El evangelio apócrifo de Felipe, del siglo III, dice: "La verdad no ha venido desnuda a este mundo, sino envuelta en símbolos e imágenes, ya que éste no podrá recibirla de esta manera".
Felipe no escribió esto pensando en la política, pero podría haberlo hecho. La política se desenvuelve en el mundo simbólico de la escena. Siempre hemos oído aquéllo de: Una imagen vale más que mil palabras.
Cuando un político intenta instalar un mensaje en la mente de los ciudadanos, no debe conformarse con las palabras, sino que todo el envoltorio debe estar en concordancia con lo que quiere transmitir.
Hace unos días se desplazó a Cuenca el número 3 del PSOE. En su agenda pública sabemos que se encontraba una rueda de prensa, una reunión con CEOE, otra con sindicatos y un encuentro con afiliados del partido. Sin embargo, no hemos visto ninguna imagen de un encuentro con Juan Ávila,
el alcalde de Cuenca, secretario de la agrupación local y vicepotavoz del PSOE de CLM.
Los socialistas aducen que por la tarde acudió al encuentro con afilidados y así debe ser. Pero: ¿No es tremendamente extraño que Oscar López no quisiera fotografiarse con Ávila? ¿O fue el alcalde el que no quiso aparecer públicamente junto a López?
Si el PSOE hubiera querido evidenciar el liderazgo de Ávila, no hubieran faltado fotos del primer edil con el secretario de organización socialista.
La política se mueve en la escena pública y las imágenes que aparecen en los medios proyectan un mensaje que tiene mucha más fuerza persuasiva que la que puede lanzarse con los mensajes puramente verbales.
Avila debió estar con Oscar López en la reunión con afiliados pero ninguna imagen de ese encuentro hemos podido ver en los medios. Es evidente que, por la razón que fuera, ni López ni Ávila quisieron fotografiarse juntos. Esto nos deja la percepción de que hay un cierto alejamiento entre el PSOE y el alcalde de Cuenca.
El PSOE ha debido querer evidenciar con la puesta escena de Oscar López en Cuenca que Ávila ya no es un hombre de confianza de la dirección nacional del PSOE.
En el libro de Luis Arroyo, "El poder político en escena", en el capítulo 13 recoge una cita de Kavanagh que dice: "La liturgia, como la fiesta, existe no para educar sino para seducir al pueblo en la participación en una actividad de orden superior, en la que uno es libre de aprender cosas que no pueden ser enseñadas".
Esta claro que Ávila ya no entra en la liturgia de seducción que tienen dispuesta los socialistas. Por lo menos ni en la nacional ni en la provincial. Quizá en la regional. ¿Y en la europea? Veremos.
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