El pasado lunes 22 milones de españoles vimos en algún momento el debate entre Rajoy y Rubalcaba. El gran seguimiento del debate demuestra, por un lado, que los ciudadanos, a pesar de todo, tienen interés en los asuntos públicos; y, por otro lado, que los españoles sabemos que las elecciones del próximo 20N son cruciales para nuestro país.
La pregunta del millón que surge siempre tras los debates versa sobre quién ha sido el ganador o quién ha perdido el debate. Intentaré dar una opinión al respecto alejándome lo más posicle de mi militancia partidista.
En los debates televisados, tiene tanta importancia el fondo: el conocimiento de los temas, los posicionamientos al respecto; como las formas: las miradas, el uso de la comunicación no verbal, la entonación, las pausas, la vestimenta, los complementos etc.
Yo creo que ambos contiendientes cumplieron de alguna manera con el objetivo que traían, con la estrategia diseñada por sus equipos.
Aunque pueda parecer lo contrario, no siempre las campañas se diseñan para ganar. Rubalcaba en el debate no habló como posible presidente, sino como líder de la oposición, porque su campaña no está pensada para ganar las elecciones, sino para convencer a los suyos de que es él quien tiene que liderar el PSOE del futuro. Rajoy, por el contrario, se situó-y Rubalacaba ayudó a ello- como Presidente del Gobierno.
Por expresarlo con un símil, diríamos que Rajoy y Rubalcaba jugaron al mismo deporte pero en distinta liga.
Rajoy estuvo sereno y consiguió transmitir seguiridad y consistencia en sus intervenciones.Sin embargo, el hecho de consultar insitentemente los papeles, le restó frescura e impidió una comunicacion emocional más efectiva. Rubalcaba apareció nervioso y encrespado, pero fue emocionalmente algo más eficaz.
A pesar de todo lo anterior, y en esto coincido con María José Canel en su artículo de El Mundo de hoy, la desastrosa gestión del gobierno de Zapatero y Rubalcaba, hace imposible la tarea de ganar un debate para alguien que ha sido vicepresidente del gobierno de los cinco millones de parados.
Rubalcaba agotó un último cartucho, pero no para ganar las elecciones, sino para intentar reivindicarse como futuro líder del PSOE. Veremos si ese cartucho no se le vuelve hacia él.
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