Esta mañana he visto a un hombre que llevaba a su hijo al colegio y que, según iba avanzando y mirando hacia el suelo, se ha agachado a coger una colilla y se la ha echado al bolsillo. No tenía mal aspecto.
Esta escena retrata, en su lado más cruel, la herencia de los años del gobierno socialista de Zapatero. Los socialistas han arruinado este país y han dejado una lacra de cinco millones de parados.
Y además, la pasada por el socialismo en España, ha generado una idea perversa que se ha asentado en las mentes de muchos españoles y que no es otra que el papa estado nos lo tiene que dar todo solucionado.
Esa visión paternalista del socialismo no sirve para impulsar ciudadanos activos sino para generar personas pasivas, sin iniciativa, que no se preguntan qué pueden hacer por su país, sino que puede hacer su gobierno por ellos.Y lo más pernicioso es que el socialismo produce personas dependientes del gobierno de turno, atados a la subvención, maniatados por los políticos, faltos de libertad.
Rajoy tiene ante sí un reto hercúleo: impulsar un cambio cultural. Una transformación que consiga españoles activos y emprendedores; una sociedad que premie el esfuerzo y la competencia; una apuesta inequívoca por la libertad. Rajoy debe apostar por la confianza en los españoles y por el abandono del postulado de la izquierda según el cuál nadie sabe mejor lo que cada uno debemos hacer que el gobierno de turno.
Cospedal ha empezado en CLM devolviendo poder a la sociedad, entendiendo que el gobierno debe llegar allá donde la sociedad civil no pueda, no más allá. Creyendo en las personas y en la libertad.
Este es el cambio: la apuesta por la libertad.
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